26.12.08

Contra el sinsentido

Segundo sinsentido: “libertad de expresión es decir lo que uno quiera”. Aunque suene paradójico, no podemos tolerar la intolerancia y así, la libertad de expresión no protege cualquier dicho, como el que incita a la violencia.

En Diasiete

22.12.08

Contra el sinsentido

Primer sinsentido: “la moral es subjetiva”. La moral no puede ser subjetiva porque no hay moral sin el otro, siempre es cosa de varios, de compartir valores y principios.

En Diasiete

11.12.08

No es el sol, son las antorchas

En diciembre los cursos semestrales se terminan. La mayoría de los alumnos descansa para seguir con su ruta académica semanas después, unos más se titulan. Desgraciadamente también, y con la actual crisis aumenta el número —me consta—, otros tantos se plantean dejar la escuela para ayudar en casa a sortear la escasez. Así, a nadie sorprende que mientras unos vacacionan en Europa y Asia otros hacen mandados, limpian mesas, manejan un taxi y guardan los libros, los apuntes, las esperanzas de titularse.

Los profesores también descansan. Algunos revisan los guiones de sus clases y en el mejor de los casos los transforman y se preparan para regresar a las aulas y enseñar mejor. Otros se olvidan de la escuela y confían en su conocimiento ecuménico e inamovible. Son los que anquilosan el conocimiento.

Antes de dejar entre renglones las aulas, sin embargo, los profesores se enfrentan a la evaluación, señalan el valor de algo. La mayoría, mecánicamente, pone números y entrega las actas sin preguntarse, asunto fundamental, qué es lo que calculamos cuando damos una calificación, a qué le damos peso y valor, ¿al nuevo conocimiento de los alumnos? ¿A su dedicación durante el semestre? ¿A los objetivos alcanzados —si es que se esbozaron—? Evaluar es arduo, cientos y cientos de páginas que leer, horas de exposiciones, faltas y faltas de ortografía, poca coherencia, incapacidad argumentativa, pereza, desfachatez —y sería injusto callar, unos cuantos alumnos brillantes, muy pocos, para desgracia de todos—. El nivel es bajo, si el baremo fuera lo que el profesor entiende como bueno tendría que reprobar a casi todos. Pero claro que ese no puede ser el parámetro. Para empezar, tenemos que reconocer que el bajo nivel de los alumnos —tanto de universidades privadas como públicas— viene de lejos y no se debe únicamente a su falta de voluntad ni de disciplina —aunque también tiene que ver—. Los alumnos mexicanos, no podemos cerrar los ojos, acuden durante 15 años a clases desastrosas —siempre se salva alguna— y la otra mitad del tiempo la pasan viendo programas de televisión o videos en YouTube sosos, repetitivos, poco imaginativos, en casas sin libros, leyendo, si acaso, historietas o periódicos amarillistas.

Antes de rellenar las actas sería bueno preguntarse sobre lo que tenemos que evaluar cuando evaluamos, y no puede ser el fracaso de nuestro sistema educativo, el abandono en el que el Estado tiene a sus jóvenes —¿cuál será mejor metáfora del deterioro, las aulas sin paredes con pupitres raídos o los estudiantes sin apenas conocimiento de, por decir algo, su lengua: el abandono de la infraestructura o el del hombre?—.

Qué hacemos ante la debacle, cerramos los ojos y dejamos que sigan titulándose personas incapaces, o reprobamos a la mayoría para que repitan y repitan cursos en un sistema que no los forma. No hay salida, el círculo viene dando vueltas hace tiempo y tritura, como un molinillo de pimienta.

No podemos juzgar la desgracia educativa del país en la libreta de calificaciones de los individuos. Por lo tanto, asumiendo el nivel de subsuelo, construimos un índice alternativo, como el Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (IMECA) o como los índices de pobreza o de desempleo, tan especiales en nuestro país. Elaboramos, pues, un parámetro sui géneris de la mediocridad y saca siete quien debiera sacar tres.

Los muchachos no saben escribir, y el asunto no está en los acentos y las letras, no preocupa tanto que cambien "a" por "ha" o "ves" por "vez". Preocupa la estructura de sus frases, que son un espejo de la estructura de su pensamiento, el cual, a juzgar por sus oraciones, es poco claro, obtuso, ilógico. El Imperativo Categórico es útil, igual que el contrato social, para que personas lúcidas sepan cómo actuar pero, ¿qué hacemos ante la oscuridad en el pensamiento? Inventamos una ética no racional para que sepan cómo actuar las personas —esto no tiene sentido, conductismo y ética se contraponen— o hallamos cómo echar luz. La primera es la vía de las televisoras, la publicidad y de la democracia mercadotécnica que apela a las pasiones —miedo, deseo, esperanza, etcétera—. El otro es el camino cuesta arriba, el del humanismo que, como Prometeo, va irrigando luz. Pero justo ésa es la pregunta: cómo iluminar el valle oscuro, no podemos pensar en la metáfora del amanecer, de un sol que se levanta y lo ilumina todo, me imagino más un cúmulo de personas con antorchas pasando frío.

Además de enseñar técnicas e historia, tenemos que enseñar a redactar, a dar argumentos y construir diálogos, que no es otra cosa que enseñar a pensar y a ser cívico. Que las calificaciones las ponga la realidad, si aumentamos la democracia y reducimos la desigualdad habremos aprobado, no así si seguimos por el camino de la barbarie. Una persona solidaria dice más que un 10.

En Campus

29.11.08

Política y farándula son esdrújulas

Cuánto habrá pagado el GDF para que Marcelo Ebrard saliera en el programa matutino de Televisa *Hoy?* No me digan que aparecer en la pantalla junto a Gloria Trevi es comunicación social, ¿en qué ayuda a discutir el bien público? ¿No está demasiado enferma una democracia donde sus políticos se hallan tan cerca de la farándula?

En Díasiete

Fast Thinkers

Desgraciadamente la televisión es el medio de comunicación por el que más se informan los ciudadanos, no sólo de las noticias del día, sino de los asuntos públicos. Quizá como medio para transmitir información sobre hechos y sucesos diarios —se cayó un avión, empataron los Pumas— no resulta ineficiente ni tan malo, el asunto está en su incapacidad de transmitir pensamiento, ideas nuevas, propuestas para cambiar el pésimo estado de cosas. No cabe duda de que el pensamiento y la urgencia no van de la mano: pensar, a fin de cuentas, requiere de tiempo.

Pierre Bourdieu, el famoso sociólogo francés, expone así el problema en su libro de ensayos Sobre la televisión: “La televisión no resulta muy favorable para la expresión del pensamiento. Es un tópico antiguo del discurso filosófico: es la oposición que establece Platón entre el filósofo, que dispone de tiempo, y las personas que están en el ágora, la plaza pública, las cuales son presa de las prisas”. Hay un vínculo entre pensamiento y tiempo. Así pues, debemos preguntarnos si aquellos que acuden a las pantallas de la televisión a dar sus opiniones y debatir con otros pensadores —u opinólogos, comentaristas, da igual el nombre que les pongamos— pueden realmente comunicar ideas, pensamiento, conceptos, o más bien sólo repiten una retahíla de lugares comunes, nociones preconcebidas.

Pierre Bourdieu cree que esto último es lo que inevitablemente sucede y nos sugiere lo siguiente: “¿Acaso la televisión, al conceder la palabra a pensadores supuestamente capaces de pensar a toda velocidad, no se está condenando a no contar más que con fast thinkers, con pensadores que piensan más rápido que su propia sombra?”. Debemos preguntarnos cómo es que estos fast thinkers logran pensar y aportar ideas en condiciones así de contrarias a la generación de pensamiento si no es mediante a estas ideas preconcebidas a las que me refería, tópicos que las personas ya han recibido antes. Y es que como decía Flaubert, tales tipos de conceptos flotan en el ambiente, son banales, convencionales, corrientes.

Así pues, en realidad, los fast thinkers no comunican nada con sus frases veloces e inteligentes, pues lo que dicen ya ha sido recibido previamente por su público, “el intercambio de ideas preconcebidas es una comunicación sin más contenido que el propio hecho de la comunicación”, reitera Bourdieu.

Si los temas y los argumentos tópicos se pueden comunicar de inmediato por ser comunes al emisor y al receptor, el pensamiento funciona definitivamente de otra manera puesto que requiere de probar lo que defiende, necesita concatenar razonamientos mediante frases como “por lo tanto”, “así pues”, “en consecuencia”, “dicho lo cual”. Pero, ¿cómo se hace esto con urgencia, en un programa que dura una hora y en el que expresan sus ideas cinco o seis personas? ¿Cómo ser realmente lúcido en tan pocos minutos: es imposible? La televisión privilegia, como dice Bourdieu, la fast food cultural, el pensamiento trillado, la vanidad de quienes acuden a la pantalla, no a discutir los asuntos del bien público con profundidad, sino a mirarse en ella como se miraría Narciso.

Ahora, lo que sugiere Bourdieu no es que los pensadores, los académicos de las universidades, dejen de aparecer en televisión, tienen el deber de acudir a ella a hacer el intento de comunicarse. Esto último, sin embargo, implica exigir condiciones razonables. Y, dejémoslo claro, el deber de aparecer en la pantalla se fundamenta, por ejemplo, como decía Husserl, “somos funcionarios de la humanidad”, funcionarios que, bien argumenta Bourdieu, cobramos del Estado para descubrir cosas, ya sean acerca del mundo natural o del mundo social, y claro que tenemos obligación moral de difundir nuestros resultados. Negar la televisión sería pedante, aceptarla como está, inocente.

Antes de participar de los programas televisivos podríamos pensar en alternativas, por ejemplo, si lo que se discute en el Congreso y en la Suprema Corte de Justicia es fundamental para la democracia, ¿no es un sin sentido que sus canales sólo se transmitan en televisión de paga? ¿No tendría razón de ser abrir la señal y garantizar que llegue a todo el país? ¿No podríamos utilizar esos espacios para transmitir ideas en lugar de estar rogando para que la televisión privada habrá espacios de discusión?

No podemos permitir que las televisoras privadas nieguen la importancia que tiene su señal, que usa espacio público, y dejarles de exigir que se responsabilicen con la democracia. Tampoco podemos olvidarnos de los canales públicos, son los que más pueden prescindir del rating y abrir espacios para que las ideas florezcan y viajen por el espacio. Los fast thinkers se acomodan a todo, de eso se trata su trabajo pero no la democracia. Nadie dijo que se construyera tan rápido, tan fácil, de ideas tan vacías.

En Campus

18.11.08

Elva Ginón, televisión para desamparados

Entretenerse con la programación de Televisa es como deleitarse con un burrito de microondas: se debe estar muy hambriento, tener una gripe que empaña la sensibilidad del paladar o ignorar que existen alternativas.

Quién que disfrute leyendo a Joseph Roth puede sinceramente soportar «desmadruga2» y dejar su libro esperando en la mesa de noche. Quién que pueda salir a dar unos pasos de baile, al cine, a tomar unas copas, se queda los sábados por la noche en casa a ver a Dorismar posar en bikini en la pantalla de televisión mientras un personaje gordo, tonto y feo —el estereotipo televisivo de la raza cósmica— fantasea con ella. Nadie que pueda escoger lo contrario.

Por desgracia la pobreza generalizada, la mala educación, la inseguridad que atemoriza, cancelan oportunidades, dejan al hombre desamparado frente a la televisión, voraz negocio que lo empobrece —en sentido humano— para dominarlo: mientras más exigua sea la calidad del contenido televisivo y peor la educación de las personas y su discernimiento, más trivial puede ser la política, más eficaz la mercadotecnia, mayor el poder de la telecracia que abusa de la falta de oferta para monopolizar la audiencia y ofrecer una programación vergonzosa, reflejo de la idea que tienen de su público.

«Desmadruga2», por ejemplo, no logra esconder detrás de la espectacular semidesnudez de la modelo argentina Dorismar —no se puede tapar el sol con un cuerpo— las constantes repeticiones de un guión anodino que llega al límite de lo intolerable con las largas escenas de, por ejemplo, el padre Ramón, un supuesto cura comediante que nunca termina sus tareas, cuenta chistes de los que sólo se ríen sus monaguillos —con risa fingida y exasperante— y repite incansablemente “es igual, es igual” con un tono de voz que hace referencia y venera a algún personaje de Eugenio Derbez, como si éste último fuera la máxima expresión de la comedia.

Sucede que mientras más obeso es el pueblo mexicano más vulgar y mala se vuelve la programación televisiva. Cabe preguntarse si el sobrepeso de la población se debe a las horas que pasan frente a la tele, o pasan tantas horas frente a la tele por causa del sobrepeso que les complica la movilidad. Es igual, diría el padre Ramón, pura retórica socarrona, el hecho es que, como ya decía, por la pobreza, la ignorancia, la violencia y, añadamos, la obesidad, los telespectadores mexicanos se hallan apresados frente al monitor. Son prisioneros de la pereza y el cinismo de los guionistas que para ocultar sus debilidades recurren no sólo a la infamia de la semidesnudez sino a la de los albures más simples. Por ejemplo, en una escena del Tunco McClovich, otro personaje del programa, Pilar MontesNegros (sic) se bate a duelo con Lorena Herrera. Cuando la rubia gana, McClovich, que acaba de llegar de «Apisaco el grande» le dice: «saliste buena para mover la pistola». El ejemplo anterior es soso, el que sigue es ofensivo y vulgar: la señora Ginón visita al ginecólogo Falopio y le dice que se llama Elva.

Televisa no pretende educar, ya lo sabemos. Para entretener hace el mínimo esfuerzo: tiene un público cautivo. Un público que ante la desoladora realidad prefiere pasar el tiempo viendo vulgaridades y simplezas que platicándose su triste vida.

En Día Siete

13.11.08

Hagan dinero, informen bien

Esto es un esbozo que comienza con la siguiente pregunta: ¿por qué no podemos aceptar que la televisión mexicana sea sólo una máquina de dinero que entretiene a los mexicanos (no entiendo cómo entretiene, sin embargo, éste es tema para otra disertación, sólo permítanme cerrar el asunto indicando, como ya lo hice en otros foros, que si la gente de verdad se entretiene con la programación de las televisoras es porque hemos llegado al desgraciado punto donde más vale oír las mismas tonterías mil veces que comentar en la cena la desesperanza, el miedo, la impotencia)? Pero volviendo a la pregunta que hacía, creo que la respuesta es que no podemos aceptar que las televisoras sean sólo máquinas de hacer dinero mediante el mal entretenimiento porque, además de ser negocios que entretienen, los medios de comunicación masiva tienen un compromiso moral indispensable con la democracia: informar a los ciudadanos de los asuntos relevantes, entre otras cosas, para que puedan emitir su voto medianamente informados, noticias que les permitan exigir resultados, dirimir entre candidatos, juzgar administraciones, discutir en la comida familiar sobre los temas de la política nacional y local. Pero sucede que hoy en las mesas mexicanas se diserta sobre los sueños de los mejores amigos que presenta los domingos el señor Ramones, o sobre las ambiciones artísticas de adolescentes insulsos que cantan en la cadena Azteca.

Ahora, ¿es una exigencia desmesurada pedir a los medios de comunicación información veraz y buena? Claro que no. Estos medios son el vehículo más importante para que el derecho a la información se cumpla. Sin este tipo de difusores de la información, democracias tan grandes como la nuestra —millones y millones de ciudadanos— no pueden convertir en real un derecho que, si no pasa del mero papel, se queda en la mera formalidad —y los derechos formales no son garantía de nada, por ejemplo, es inútil que se diga que todos los mexicanos tienen derecho a la educación básica si en los hechos las escuelas quedan demasiado lejos como para ir a clases. Lo mismo pasa con los hospitales y, por supuesto, con la información: de qué sirve tener derecho a ella si en la realidad es inaccesible—.

La libertad de expresión que tan celosamente defienden las televisoras —recordemos a López Dóriga con su suéter rosa hablando en favor de la llamada Ley Televisa— debe ser la contraparte de la responsabilidad que tienen los medios de informar. Libertad de expresión para manipular o desinformar es un sin sentido. La libertad de expresión sólo tiene razón de ser ligada a la responsabilidad de comunicar lo relevante: ¿a quién le interesa defender la libertad de expresión de Paty Chapoy para que siga llamando guapo al gobernador del Estado de México? No creo que alguien sea capaz de dar su vida para defender ese periodismo rosa, por llamarlo sin descalificativos. Por esa libertad quién se ha levantado frente al Estado represivo.

Pedir ser libre para comunicar trivialidades es cínico. Bien dice Niceto Blázquez, teórico de la comunicación, que "éticamente hablando, lo mejor que puede hacer un periodista responsable es callarse mientras no tenga algo verdadero que decir o digno de ser conocido".

Bastante certeza tengo de que podemos medir la calidad de una democracia a través de la información que los grandes medios trasmiten. La nuestra, con este parámetro, no puede ser buena.

Frente a este escenario podemos hacer varias cosas, por un lado quitarle a los cínicos el monopolio de la defensa de la libertad de expresión, derecho que va mucho más allá de la mera posibilidad de decir cualquier cosa, si se defiende la libertad de transmitir información es porque ésta es vital para que la democracia funcione, no para llenar de chismes la sobremesa.

Urge una nueva ley de medios en nuestro país, no sólo para defender, por ejemplo, la cláusula de conciencia en favor de los periodistas, para redefinir los límites de la intimidad sino, sobre todo, para refrendar que los medios de comunicación pueden hacer todo el dinero que quieran entreteniendo a la gente a cambio de un compromiso serio con nuestro sistema de gobierno. La máxima podría ser: "Hagan dinero, informen bien". Todos saldríamos ganando, ellos fortunas, el país una mejor democracia.

Por último, debemos hacer un esfuerzo por elevar las exigencias del público, si se entretienen con lo que se entretienen es porque no tienen mucho acceso a otro tipo de ocio. Sin embargo, es muy claro que el entretenimiento y la información no son sustitutos de la cultura —en el sentido de Cicerón, de culutura animi— sino complementos. Acerquémosle a la gente la literatura, el buen cine, el teatro, la música.

Ya decía al principio que esto apenas es un esbozo, con más espacio podré matizar y ampliar estas ideas.

Cerraré diciendo que la libertad de expresión es fundamental. Hagamos una buena defensa de ella y por las razones correctas.

En campus

10.11.08

Falta el corrido

Da igual si lo tiraron o se cayó. De tantas mentiras, aunque de verdad haya sido accidente, nadie podrá quitarse de la cabeza las sospechas. En síntesis: para la historia popular, en 2008 el narco mató al secretario de gobernación. Sólo falta un corrido.


En dia siete

7.11.08

Esas ruinas que soy

Pasa que por el miedo a la muerte nos destruimos para dejar de tener miedo de la muerte. Y al final estamos destruidos y con más miedo.

En día siete

3.11.08

El amor en los tiempos de la promiscuidad

Si son ciertos los reportes de varios periódicos y revistas y hay estudios donde se señala que el adulterio va en aumento de manera abrupta, me pregunto si aún tiene sentido pedir y creer en la fidelidad de la pareja ¿no sería mejor suponer que la infidelidad es un hecho y construir de ahí otro tipo de relaciones? Creer en lo que es falso implica vivir en el engaño y, cuando la evidencia es mucha, ser un obcecado.

En día siete

30.10.08

Miramientos

Bien hace Platón en su República al citar a Sócrates que dice: “(cuando hablamos de Ética) no estamos hablando de una insignificancia, sino de cómo debemos vivir”. La frase es, a mi modo de ver, el mejor recuento de lo que hablamos cuando hablamos de Ética.

Desde que doy clases de filosofía moral, me queda clarísimo que mis jóvenes alumnos apenas tienen una vaga noción de lo que es la ética. Y no sólo esto, han llegado hasta los últimos semestres de la carrera —no hablo de mis estudiantes de la carrera de Filosofía, que obviamente están mejor empapados del tema— sin conocer seriamente del asunto.

Es grave que los jóvenes mexicanos se enfrenten a la vida sin saber de virtud. Reciben muchas clases de liderazgo, de cómo caminar hacia el éxito y ni una palabra de las virtudes civiles, que son las que nos permiten vivir juntos. Victoria Camps expresa lo anterior de manera inmejorable: “En lo privado somos libres, las leyes no deberían interferir, la única limitación es que debemos respetarnos mutuamente. Ciertamente es así, y el que lo sea significa un progreso. Pero que el individuo sea ante todo un ser libre para elegir la forma de vida privada que más le plazca no quiere decir que no deba, al mismo tiempo, formarse y actuar como ciudadano, para la vida que no es privada, sino pública.

Los seres humanos somos individuos en la diferencia y ciudadanos en la igualdad. Estos son dos ámbitos fundamentales de nuestra vida en sociedad, queremos ser libres de realizarnos en nuestras propias ideas de felicidad y para esto tenemos que respetar, tolerar y ser solidarios con el resto de las personas que nos acompañan en el proyecto de sociedad que permite nuestras diferencias, a la vez que las protege.

Bien podemos hacer la distinción de una Ética privada, que en realidad son varias, y una Ética pública. La primera trata de los problemas que en la cotidianidad de la vida individual tienen las personas. Son varias porque es perfectamente compatible en una sociedad libre que existan justificaciones tanto en favor como en contra de, por ejemplo, tener o no relaciones sexuales antes del matrimonio. La Ética pública, la que incumbe a los ciudadanos, es bien diferente y podemos definirla como el proceso de justificación racional de principios de justicia aplicables para todos sin importar que en lo privado sus posturas sean antagónicas.

En pos del bien común los individuos tienen muchas veces que ceder ante las mejores justificaciones de otros. La Ética pública es una forma de argumentar en la que se parte del supuesto de que es completamente desquiciado razonar en favor de algo que genera distinciones injustificables, beneficios a las personas por aspectos no ligados al mérito sino a la lotería azarosa de la vida y la genética que hace a unos más altos, más inteligentes, más blancos, más guapos.

Lo razonable es argumentar en favor de conductas que tiendan a beneficiar a todos. La bondad de estas conductas casi nunca es absoluta y contundentemente obvia, muchas veces es difícil de mostrar, de ahí que sea necesario saber dar razones, siempre desde una posición virtuosa. Ahora, como dice Camps, “las virtudes se adquieren gracias, mayoritariamente, a la educación. Nadie nace siendo virtuoso”.

De ahí que sea absurdo pretender que las personas busquen el bien público si las instituciones que deberían formar ciudadanos, en vez de enseñarles civismo les enseñan una clase de egoísmo que a largo plazo resulta suicida: no puede ser una máxima de la vida pública, si queremos que se perpetúe y sea justa: “Sobresal sin miramientos”, si son justo los miramientos los que permiten una vida civilizada.

Es famosa la segunda enunciación que hace Kant de su Imperativo Categórico: “Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”. Podríamos reformular la enunciación como: siempre que quieras actuar de alguna manera pregúntate sobre el peso de las razones que tienes para justificar tal conducta deteniéndote especialmente en considerar si estás usando a alguien para alcanzar tu fin. Hacerlo es injusto y a largo plazo insostenible. La Ética pública es una forma de justificar acciones, de hacer cálculos y dar razones en favor o en contra desde una base común, que es la pretensión de justicia.

Para que nuestro país tome otro rumbo es fundamental enseñar Ética y civismo, pero no desde una perspectiva sólo histórica ni como un recuento de teorías o recetas, no podemos olvidar que la erudición no garantiza someterse a ningún proceso moral, para ello necesitamos vincularnos con las virtudes, que son las que generan tal motivación moral. No podemos fincar nuestra esperanza sólo en construir un país de leyes, bien dice Victoria Camps que “sin virtudes públicas, y con la sola fuerza de la ley, será difícil que se instale la justicia”.

Así, mejor hemos de ir en pos de una sociedad donde los ciudadanos crean en la importancia de las normas legales y las sigan no por el castigo que acarrea inflingirlas sino porque son un deber moral que ha sido justificado plenamente con buenas razones.
Enseñemos a pensar, a justificar y a tomar en cuenta al otro. A tener miramientos.

En registro, en Campus

23.10.08

Tótem

Así como se derrumbaron las bolsas por la irresponsabilidad y la falta de control de los especuladores...

http://www.diasiete.com/23-10-2008/totem

22.10.08

La intemperie

Las piedras son piedras, pulidas en el río y ásperas
bajo el volcán. Los hombres, en cambio, como dice Ortega y Gasset, somos una entidad cuyo ser consiste no en lo que es, sino en lo que aún no es.

http://xml.diasiete.com/pdf/426/18HASTAATRAS.pdf

16.10.08

La multitud que se rasca

La provocación es útil cuando no se hace con mala voluntad. En ese sentido es difícil colar la discriminación como una puya amistosa. Pero incitar desde la filosofía a los profesionales de la investigación y la docencia no puede ser tachado de mezquino. En este caso sólo mostraré las quejas de uno de los tantos pensadores que la academia ha rechazado. Y es que muchas veces, más que fungir como un colegio de “sabios”, la academia funciona como una guillotina de vías distintas, como si importara más el statu quo que el conocimiento; los premios y los estímulos que el saber.

http://www.campusmilenio.com.mx/293/opinion/multitud.php

9.10.08

Oxímoron

¡Qué desastroso es ordenar! Como si tuviera que transfundir todo mi orden mental al caos.

http://www.diasiete.com/09-10-2008/oximoron

2.10.08

En pos de la realidad

No podremos ir en busca de un mundo más justo si no reconocemos desde el principio que la diversidad humana es un hecho. Esto se palpa en las distintas lenguas y sus conceptos intraducibles, en las formas de vida diferentes que estas lenguas reflejan, en los anhelos y creencias, concepciones del bien, de tantas índoles y —por finalizar la lista que podría seguir por páginas, otra muestra de la gran diversidad— en costumbres tan heterogéneas que a los no acostumbrados les generan, por decir lo menos, sorpresa.

http://www.campusmilenio.com.mx/291/opinion/realidad.php

21.9.08

Agentes del enemigo

Cuántos de los que se drogan en México estarán a favor de la guerra contra el narcotráfico?

http://www.diasiete.com/21-09-2008/agentes-del-enemigo

18.9.08

El hombre es la medida de todas las cosas

Protágoras de Abdera y Sócrates discuten en un diálogo platónico sobre la posibilidad de enseñar la virtud. Para Sócrates, que tiene una idea muy estricta de “virtud”, es asunto complicado, quizá imposible. Para Protágoras, en cambio, no. Sócrates, sin duda, es más elocuente, al fin, el diálogo lo escribe su gran alumno Platón. Sin embargo, lo de Protágoras es fundamental. Desgraciadamente sus compañeros sofistas crearon pésima fama, tanto así que hoy acusamos los argumentos vacíos y falsos como “sofismas”.


http://www.campusmilenio.com.mx/289/opinion/hombre.php

17.9.08

¿Viva México?

El chovinismo es detestable, más si la exaltación desmesurada de la patria es francamente contradictoria con la realidad...

http://www.diasiete.com/15-09-2008/%C2%BFviva-mexico

4.9.08

Las ideas tienen consecuencias

El filósofo conservador Richard M. Weaver escribió en 1948 Ideas have consequences (Las ideas tienen consecuencias), una diatriba contra el nominalismo que, en términos apresurados, es la doctrina filosófica que rechaza los universales. Desde el punto de vista de sus defensores, sólo hay objetos particulares...

http://www.campusmilenio.com.mx/287/opinion/luismunoz.php

29.8.08

Vivir mejor

Diez letras y un espacio me dejaron inerme, sin saber qué hacer...

http://www.diasiete.com/29-08-2008/vivir-mejor

Deriva

De rumbo, de eso se trata no ir a la deriva. Y cuando se pierde la orientación, más vale osar ignorar —nescere audere, dice el filósofo Xavier Rubert de Ventós — que seguir adelante...


http://www.campusmilenio.com.mx/286/opinion/deriva.php

"La izquierda necesita volver a sus raíces intelectuales"

La izquierda perdió fuerza creativa y polémica cuando dejó de ser universitaria y se volvió legislativa, señala el escritor Héctor Aguilar Camín...

http://www.fondodeculturaeconomica.com/prensaDetalle.asp?art=16261&page=not

Sombras azules

La democracia mexicana adolece de políticos pusilánimes y desinteresados por el bien común, policías y jueces corruptos, jóvenes que además de desempleados y apáticos elevan encuesta tras encuesta los índices de drogadicción. Sufre de narcotraficantes y secuestradores sanguinarios, de monopolios que lo encarecen todo y de empresas paraestatales ineficientes y abandonadas...

La niña y el pederasta

"No le prestarías tu hija a un pederasta, ¿o sí?”...

Sólo una tregua, carajo

La muerte de mi abuela puede haberme sentenciado en la familia, fui el único nieto que no fue a la iglesia a ver cómo depositaban sus cenizas en un nicho...

http://www.diasiete.com/06-08-2008/solo-una-tregua-carajo

Turismo bien servido

Esto no es un juicio de valor: los turistas pasean por las ciudades que visitan como si estuvieran en un safari...

http://www.diasiete.com/28-07-2008/turismo-bien-servido

¡Mentirosos!

Uno de los nichos que más explotan los políticos es que a quienes se dirigen les importa cada vez menos oír mentiras o verdades a medias. Esto se explica, en parte, porque cada vez menos gente ve a los políticos como las personas que instrumentalizan los planes comunes de acción para alcanzar el bien común. Más bien, los vemos como quienes se sirven de las estructuras del Estado y sus fisuras, para el bien propio...

http://www.campusmilenio.com.mx/282/opinion/mentirosos.php

Bestia orgullosa

Sin duda sentirse orgulloso es huella de la animalidad que yace bajo lo humano. Un hombre lleno de orgullo se asemeja a un palomo que gorjea en una plaza...

http://www.diasiete.com/20-07-2008/bestia-orgullosa

Apología del amor breve

De aventarse al abismo, de eso se tratan estas líneas apologéticas del enamoramiento brevísimo...

http://www.diasiete.com/11-07-2008/apologia-del-amor-breve

Amistad civil

Una sociedad donde los ciudadanos se odian entre sí, se ignoran o se desprecian, no tiene sentido. Sin philia o amistad civil, una polis no tiene posibilidad de futuro. La amistad, como la entiende Aristóteles, el estagirita, es indispensable para darle sentido a una sociedad donde conviven distintos...

http://www.campusmilenio.com.mx/280/opinion/amistad.php

Mucha gaita y poca brisa

Prefiero correr a un bar y ver un partido de Rugby que escuchar a una tropa de bomberos tocando sus gaitas...

http://www.diasiete.com/03-07-2008/gaitas

Ay sí

Si mi edificio fuera más bonito me aventaría por la ventana. Triste pasársela mal y no poder tirarse por la ventana gracias a una idea tonta: el suicido tiene que ser bello...

http://www.diasiete.com/27-06-2008/ay-si-falta-la-ficha-de-autor-de-luis-munoz-2

Prostitutas sin IVA

Si, como dicen, la prostitución es el oficio más antiguo del mundo, no puede sorprendernos que las señoritas que viven de ella sepan evadir impuestos...

http://www.diasiete.com/23-06-2008/prostitutas-sin-iva

Hegel y la voluntad libre

El importante filósofo estadunidense, John Rawls, nos explica que para Hegel el papel de la filosofía política es “concebir el mundo social en el pensamiento y expresarlo en una forma en la que podamos verlo como racional”. Georg W. Hegel, como Immanuel Kant, usó para expresar “racional” el mismo concepto alemán de vernünftig que expresa tanto la racionalidad como la razonabilidad humana. Según Rawls, cuando Hegel afirma que “la voluntad libre es la voluntad que se quiere a sí misma como voluntad libre”, lo que Hegel quiere decir es que la voluntad libre desea un sistema de instituciones políticas y sociales, en cuyo seno esta misma voluntad libre puede ser libre...

http://www.campusmilenio.com.mx/278/opinion/hegel.php

Individuos cívicos

Uno de los conflictos más arduos que debe resolver cualquier democracia liberal para poder mantenerse a lo largo del tiempo como una sociedad justa y estable, dicen muchos estudiosos de la moral, es el conflicto de cómo hacer que los individuos —egoístas por principio— colaboren con su sociedad y sean, así, buenos ciudadanos...

http://www.campusmilenio.com.mx/276/opinion/individuos.php

Virtudes civiles

En las aulas de filosofía los buenos profesores suelen insistir en que la filosofía hace preguntas, contestarlas ya es harina de otro costal...

http://www.campusmilenio.com.mx/274/opinion/virtudes.php

Los doctores también bailan

El frío calaba cuando enfiló por la calle rumbo a la papelería. Eran las 9:30 de la mañana y en 15 minutos debía llegar al céntrico café Zurich de Barcelona para reunirse con su madre, así que apresuró el paso...

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Los Coen abandonan el espíritu de McCarthy

Está mal enamorarse de una frase, luego no aparece cuando más se le espera. Es como aburrirse en una fiesta de aquellas, sólo porque la chica guapa que uno quiere ver no llega. "Caray, pero si está lleno de muchachas, cuates, buena música, tragos, desenfreno, ¿qué más pedir?". Pues sí, a la chica guapa que no llega...

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