17.4.09

Prender el asador

Hace más de nueve años, sentado en un aula de Northwestern University, escuché por primera vez la siguiente pregunta —obviamente, era yo quien la escuchaba por primera vez, no es que entonces fuera formulada—: ¿desaparecerán los periódicos en su formato de papel? La respuesta del profesor que nos hacía la pregunta fue categórica: no, así como tampoco desapareció la radio con la llegada de la televisión.

En aquel entonces, el periodismo en nuevos medios —especialmente internet— cobraba vigor y se debatía sobre cuál era el mejor formato de negocio para los portales de los grandes diarios, gratuitos o de libre acceso, por ejemplo. La publicidad en la red aún era escasa y quienes apostaban por la revolución digital perdían dinero con miras al futuro, pensando que el tránsito natural de sus lectores sería del formato de papel al digital.

Y esto sucedió en parte, pero sólo en parte, porque si bien es cierto que un amplio grupo de personas dejó la edición de papel para leerla en la pantalla, otros tantos no sólo abandonaron la versión tradicional del periódico, sino también la de internet. Así, ya no recurren únicamente al quiosco o los portales de los diarios para enterarse del estado de cosas nacional o internacional; acuden a blogs, a redes sociales, a concentradores de noticias. La prensa perdió su hegemonía.

Más grave que la migración de lectores ha sido la fuga de publicidad. En internet, por ejemplo, Google concentra más de la mitad. Además, los anuncios clasificados se trasladaron del papel a sitios especializados en la red, donde es mucho más fácil buscar, anunciarse, comprar, intercambiar, vender. Los periódicos perdieron buena parte de su tajada. En tal contexto, la pregunta que hacía el profesor de Northwestern University hace nueve años deja de ser la más relevante; el asunto urgente ya no es si desaparecerán los diarios en su formato de papel, es, más bien, si desaparecerán los diarios.

En este punto debo decir que la pregunta es retórica, pues a la vez que es cierto que en Francia y en Estados Unidos, por decir algo, los periódicos más emblemáticos, por no hablar de los diarios locales, se encuentran en serios apuros económicos, también resulta evidente que, más que disminuir, el consumo de información aumenta. El asunto no está en que las personas no quieran saber, es que quieren enterarse de otra forma. La prensa debe transformarse.

Al respecto debo señalar que los periódicos cometen muchos errores, déjenme enlistar algunos relativos a la prensa de nuestro país: 1) nadie acude a un diario mexicano para leer su sección internacional, esto porque sólo copian y pegan notas de agencia. Si no le añaden contexto, análisis, no veo el motivo para acudir a sus páginas; 2) el adelgazamiento de las secciones culturales es otro ejemplo. Si bien parece ahorrarles unos pesos, en la visión global aseguro que pierden. Es fácil ver que las secciones culturales no son capaces de atraer publicidad directamente, pero generan valor y estima; 3) la baja calidad de los redactores, editores y reporteros repugna, sus faltas y errores son como cucarachas en el techo de un restorán.

Por último, señalaré el que a mi parecer es el error más profundo: 4) los diarios han perdido credibilidad gracias a su poca calidad, a su avaricia pero, sobre todo, por entregarse lujuriosamente al carnaval de la inmoralidad: no les importa difamar, mentir, ser parciales con tal de ganar dinero y defender sus intereses. Hoy una noticia en el periódico es como una entrada de Wikipedia; necesitamos contrastarla. Parece más rumor que periodismo. Lo peor es que la crisis de los diarios se refleja en los otros medios informativos, no pasemos por alto que radio y televisión basan en gran medida su contenido en noticias impresas, a esto Bourdieu lo llama circularidad.

En la actualidad, podemos encontrar en cualquier parte las notas de agencia, basta un botonazo del mouse. Lo que no es común son las buenas plumas, las investigaciones a fondo, la altura moral. Claro que los diarios deben reinventarse en cuanto a formato y buscar nuevas formas de atraerse publicidad, pero también es cierto que deben revalorar el trabajo periodístico y retomar el camino de la calidad. Las notas bien escritas siempre tendrán público, igual que las buenas columnas.

La irresponsabilidad de los medios, como la de los corredores de bolsa, es en buena parte la culpable de su situación actual. La crisis hará que las empresas automovilísticas produzcan coches más pequeños y verdes. Así también es de esperar que lleve a los medios a buscar alternativas: o convertirse en tabloides con portadas eróticas y notas amarillistas o a buscar el nicho de la calidad y los principios morales: definan un código de ética, formen un comité que lo vigile, busquen plumas inteligentes, construyan contexto, analicen, expliquen, aléjense de las mieles del poder: investiguen, echen luz sobre las corruptelas y verán que salen airosos de la crisis.

Apunte final: los periódicos de papel seguirán existiendo, igual que las revistas, los libros, los acetatos, hay personas que valoran el objeto. Además, como alguna vez me dijo un compañero, “con tu compu no puedes prender el asador”.

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